La Biblia en perspectiva femenina

Cuando se habla del cristianismo, la biblia o los evangelios la mención de mujeres es casi inexistente. Conocemos a Jesús, obviamente, los doce apóstoles y otros personajes masculinos secundarios. Sin embargo, cuando se trata de mujeres fundamentales para el cristianismo con nombre propio el número se reduce a tres: Eva, la Virgen María y María Magdalena.

Representación de María Magdalena de Artemisia Gentileschi. Fuente: Wikipedia.

Tres mujeres diferentes pero todas portadoras de culpa. Eva tentó con la manzana a Adán y, al desobedecer las órdenes de Dios, los seres humanos fueron expulsados del paraíso y sufrieron penurias y dolores extremos. Con ella empieza el relato de culpabilización de las mujeres de todos los males del mundo. La Virgen María es el ejemplo de pureza inalcanzable y, por ello, generadora de culpa.

Y María Magdalena es la mujer a la que, durante siglos, la Iglesia etiquetó como prostituta y pecadora, a pesar de que en la Biblia jamás aparece como tal.

Más bien al contrario: según los Manuscritos del Mar Muerto, María Magdalena era una mujer culta y rica, que acompañó a Jesús y fue la única que presencio su resurrección. Solo ella. Ninguno de los apóstoles ni tampoco la Virgen María.

Magdalena es la única que puede dar fe de que Cristo ha vuelto a la vida y es necesario empezar a esparcir su palabra.

Pero la Iglesia no podía permitir que una de las seguidoras más importantes de Cristo fuera una mujer. Así que ninguneo su figura y mancho, con sus prejuicios morales, sus acciones y vida.

Para romper con este relato único y machista y darle el valor que se merece, Cristina Fallaras ha escrito El evangelio según María Magdalena, en el que explica la historia de la Biblia desde el punto de vista de esta mujer. Esta escritora nos presenta a una María Magdalena con voz propia, que ya es mucho, pero también valiente, atrevida, independiente, sensual y dueña de sus decisiones.

Su intención no es “limpiar” la imagen de esta mujer, sino humanizarla. No era puta, pero tampoco santa. Simplemente fue una mujer, que tomó sus propias decisiones y que actúo en consecuencia. También la Magdalena de Fallarás se muestra escéptica ante los milagros realizados por un hombre y que no se identifica con la mujer sumisa y abnegada que demandaba el cristianismo.

Así, El evangelio según María Magdalena ofrece una nueva visión sobre María Magdalena y reflexiona sobre la imagen de prostituta que la Iglesia ha perpetuado sobre ella. Un pequeño paso es que, hace relativamente poco el Papa Francisco, la considero como Apóstol de los Apóstoles, es decir la líder de los apóstoles.

No obstante, lo esencial de esta obra es que nos invita a recuperar nuestra voz y construir nuestra historia, silenciada y manipulada, desde nuestro propio relato. Es un grito a la defensa de nuestra palabra y una invitación a la lucha: durante siglos, el patriarcado nos ha robado muchos derechos, privilegios y libertades, pero no vamos a seguir permitiéndoselo.

Cuando intente silenciarnos de nuevo, gritaremos bien alto: nuestra palabra es nuestra. Nuestra historia es nuestra. No tendrán la comodidad de nuestro silencio otra vez.

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