Verdad, ternura y silencio con Ruta Sepetys

Título: Las fuentes del silencio

Año: 2020

Autor: Ruta Sepetys

Editorial: Maeva

Páginas: 520

Precio: 22,00 euros

Puntuación: 4 de 5.

Sinopsis: En plena época del colaboracionismo con Estados Unidos, España recibe una multitud de turistas y empresarios extranjeros que llegan al país tras la reciente apertura económica. Entre ellos se encuentra el joven Daniel Matheson, hijo de un magnate del petróleo de Texas que llega a Madrid junto a sus padres. El destino de Daniel, que aspira a convertirse en fotoperiodista, se cruza con el de Ana, una doncella del hotel Castellana Hilton que proviene de una familia devastada por la Guerra Civil. Las fotografías de Daniel revelan el rostro oscuro de la posguerra, despiertan en él preguntas incómodas y lo condicionan a la hora de tomar decisiones difíciles para proteger a las personas que ama. Ruta Sepetys vuelve a poner el foco en uno de los rincones más oscuros de la Historia con esta novela épica sobre el miedo, la identidad, los amores que no se olvidan y al voz oculta del silencio.


La primera vez que leí a Ruta Sepetys fue con su primera novela, Entre tonos de gris, en la que se inspiraba en parte de su legado familiar. Desde ese primer momento quede prendada de su pluma, de las historias que contaba, de los sentimientos y contradicciones de sus personajes y de cómo retrataba diferentes períodos históricos con suma maestría.

Al poco tiempo me leí El color de los sueños y Lágrimas en el mar, que también me emocionaron y sacudieron por dentro. Así que cuando supe que Sepetys publicaría un libro sobre la época de la dictadura franquista en España, dude menos de un segundo en comprar el tomo. Conocer la historia de mi propio país a través de los ojos de una escritora como Ruta era una experiencia que no me quería perder.

España lleva más de veinte años entregando sangre. Y, a veces, Rafa se pregunta: “¿Qué nos queda pera dar?”.

Las fuentes del silencio está narrada en dos tiempos, 1957 i 1975. El primer año nos sitúa en plena dictadura de Francisco Franco y el inicio de la abertura a relaciones exteriores con otras potencias, como Estados Unidos. El segundo año es, ni más ni menos, la fecha de la muerte de dicho dictador, la cual permitió el paso a una democracia parlamentaria.

En ambos períodos, aunque hay muchos personajes y sus visiones (como comentaré más adelante) son esenciales, los protagonistas son Daniel y Ana. Durante el primero, Daniel, un joven fotógrafo, llega a Madrid con sus padres y sus propios problemas familiares. Piensa usar ese verano para conseguir las fotografías necesarias para presentarse a un prestigioso concurso en su país natal. En el hotel donde se aloja, Hotel Hilton Castellana, conoce a Ana Torres, una chica de 17 años que trabajaba como asistente y que es hija de republicanos, lo que en aquella época suponía un estigma social y una marginación casi totales.

El silencio tiene su propia voz.

Es a través de ella que Daniel empieza a observar con más detenimiento todos los aspectos que rodean la vida de los españoles y, pronto, se da cuenta de que nada es como se lo habían presentado. Ante esto, captará con su cámara aquello que la propaganda franquista no deja ver como una forma de dejar testimonio. De decir, “Yo lo ví, esto paso”.

La represión del pueblo contrario al régimen, los abusos a los que se sometía a la población más necesitada, el poder de los magnates nacionales y extranjeros, el miedo con el que convivía (y malvivía) el pueblo o la superioridad de la Guardia Civil y la Iglesia como guardianes espeluznantes de la seguridad física y moral del país son algunos de los temas que Daniel va descubriendo a lo largo de su viaje.

Para nosotros parece increíble, pero para ellos es la vida real. Las mujeres conducen sus propios coches u recorren el mundo en aviones. No se considera pecado. No necesitan permiso marital, Pueden buscar trabajo, abrir una cuenta bancaria y viajar sin la autorización de su marido.

Conocer a Ana despierta en Daniel su vocación profesional y el compromiso con la clase de fotoperiodismo que quiere realizar, y unos sentimientos profundos, mientras que para Ana, Daniel supone la libertad de soñar y la esperanza de que una vida más allá de la opresión y los juicios es posible.

Aunque desde el inicio parece evidente que tendrán una historia de amor, lo que resalta es la forma de narrarla. El vínculo entre ambos se va construyendo poco a poco, de forma dulce y sosegada, siguiendo los tempos de cada uno y siendo muy coherente respecto a la época en la que se encuentran.

Uno de los temas principales que trata la novela es el robo de bebés durante la dictadura. No se si quienes me leéis estáis al tanto de la historia de este país, pero durante el régimen de Franco muchos bebes fueron robados a familias pobres o poco “recomendables” (comunistas, socialistas, republicanos, etc.) para dárselos a familias más ricas que no podían tener hijos/as.

A las madres biológicas, las cuales solían parir en clínicas dirigidas por monjas, se les comunicaba que el bebé había nacido muerto/a y se le entregaba a la otra familia a cambio de una cuantiosa suma de dinero.

Hay muchos otros temas en esta novela, como las fosas comunes, la rigidez moral o la falta de derechos de las mujeres, pero quizá este destaca más que el resto no solo por la gravedad, sino por la impunidad con la que se llevaba a cabo.

En mi opinión, Ruta ha retratado esta parte de la historia de una manera muy sutil, sosegada y casi casi neutral, con la intención de que seamos nosotros quienes atemos los cabos. Creo que la autora no quería formarnos un juicio y mucho menos desde su posición de “extranjera”. Ella misma explica en el prólogo que está ha sido la primera novela que ha tenido que escribir de fuera hacia dentro, comprendiendo y asimilando la historia que iba descubriendo en su interior para poder exponerla al mundo.

Los árboles cuidados no interesan al texano. La gente, sí.  Son paisajes vivos que respiran. Si los capturas en el momento adecuado, la verdad se descubre ante la cámara.

Otro aspecto que me ha gustado mucho de la novela es como, a pesar de estar leyéndola y ver y oír lo mismo que Daniel, se nos describían las fotografías que tomaba el joven americano, creando una imagen mucho más nítida en nuestra mente.

Como he dicho, los personajes secundarios también son esenciales para el desarrollo de la novela. Rafael, el hermano de Ana, es quien empieza está historia con una analogía preciosa y terrible a la vez y el que nos pone en situación. Es casi como una advertencia, “esto es lo que encontrareis en estas páginas”. Un tono que luego choca con la vitalidad y su personalidad soñadora. Para mi es el oxímoron más bonito de la novela.

Luego está Fuga. El enigmático y serio Fuga, que casi parece un héroe de la época griega por su inherente sentimiento de justicia y sus valores. O la prima de Ana, que juega un papel esencial en la historia sin ni siquiera saberlo. Todos ellos, al principio desvinculados, se irán acercando unos a otros, entrelazando sus vivencias y creando una historia común.

Mención aparte merece también la extensa y completa investigación que ha llevado a cabo la autora sobre las relaciones entre España y Estados Unidos para hablar con propiedad de los hechos y no tomarse demasiadas licencias. De hecho, al principio de cada capítulo encontramos documentos reales de aquella época que nos ayudan aún más a situarnos.

Sobre su pluma, diga lo que diga me quedaré corta. Las palabras de Ruta Sepetys son suaves y afiladas a la vez. Siempre encuentra la forma de decir lo peor de la forma más íntima y dulce posible. Los capítulos cortos, los recursos retóricos y la escritura de sensaciones convierten su novela en un viaje ágil y agradable, a pesar de lo que narra.

¿Cómo puede la valentía ser tan callada cuando el miedo es tan poderoso?

Si no se ha llevado las cinco estrellas es porque hay ocasiones en la que las escenas o los personajes eran superficiales o basados en clichés. Esto no quiere decir que la autora haya realizado una mala ambientación o no haya sabido retratar aquello que ha investigado, sino que es muy difícil crear una novela tan intimista sobre una historia que ni siquiera te roza de cerca.

Las fuentes del silencio es una novela de ficción histórica conmovedora, emotiva y cercana, que intenta narrarnos los hechos de un período histórico a través de dos perspectivas, la externa y la interna, y que nos invita a simpatizar con los olvidados de la historia.

Ruta pone el dedo en la llaga, nos obliga a mirar las injusticias que se cometieron, la brutalidad con la que la dictadura trató a los vencidos, el miedo intrínseco que marcó la vida de la mitad de la población española durante cuatro décadas y las complejidades que hubo y aún hay entre la memoria y el olvido en España.

Y a la vez, a pesar de todo el drama, el dolor y la sangre, nos encontramos con pequeños rayos de esperanza como la entrañable historia de amor de Daniel y Ana, la bondad de las personas menos esperadas, los sueños y las grandes esperanzas de quienes lo han perdido todo y la verdad de un pueblo que nunca dejo de creer.

Cuando uno descubre la verdad, tiene que contarla y ayudar a que otros hagan lo mismo. La verdad rompe las cadenas del silencio. Nos hace libres.

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